Escritores y amantes by Lily King

Escritores y amantes by Lily King

autor:Lily King [King, Lily]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Umbriel
publicado: 2021-01-20T16:45:32+00:00


Quedo con Silas en el cine de Church Street. Elegimos unos asientos que están cerca del principio. Lleva un gorro de lana a rayas que no se quita en toda la película y nuestros cuerpos no se tocan en ningún momento. Nunca en toda mi vida he sido más consciente de que no estoy tocando a otra persona. Dos horas y media de una película de la compañía Merchant Ivory sin tocarnos. Después volvemos a su apartamento, en North Cambridge. Tenemos que subir tres plantas por las escaleras. Fuerza la cerradura y dentro huele igual que en su coche, además de a tabaco y a beicon. Lo sigo por un pasillo y pasamos junto a dos puertas cerradas. Detrás de la segunda, un chico finge orgasmos con un tono agudo y alto.

Silas da golpetazos en la pared.

—Ya te gustaría, Doug. —Me espera al final del pasillo—. Perdona.

Entramos en la cocina. Saca dos botellines de cerveza del frigorífico y los abre enganchando la chapa bajo el tirador del cajón. Las chapas le caen en la mano abierta y las tira a la basura. Nos sentamos a una pequeña mesa pegajosa que hay en la esquina. Las dos sillas están muy pegadas y no las separa. Hay un periódico y un bolígrafo sobre la mesa. Alguien ha estado haciendo un crucigrama. Toma el bolígrafo y se acerca el periódico, y espero que no tengamos que acabar el crucigrama. No me gustan. No me gustan los puzles de palabras, ni el Scrabble, ni ningún otro juego de palabras que supuestamente gustan a los escritores. Pero abre el periódico por una fotografía de Ken Starr y le dibuja unos pelos largos que parecen anguilas, luego suelta el bolígrafo de golpe.

Hablamos y despegamos las etiquetas de los botellines. Me pregunta qué me ha dicho Muriel del libro y tengo que admitir que no he sabido nada de ella. Creo que se ha dado cuenta de que el tema me entristece, así que me cuenta que su compañero de habitación, Doug, está enamorado de una lesbiana que a veces se queda a dormir, pero que no ha pasado nada y que Jim y Joan, sus otros compañeros de piso, comparten el dormitorio de matrimonio, pero tienen que llevar las cosas de Joan al sótano cada vez que el padre de Jim, un pastor bautista, viene de visita de Savannah.

—¿Cómo son tus padres? —me intereso.

Vuelve a sostener el bolígrafo.

—Infelices. —Se ríe—. Me gustaría decir otra cosa, pero no hay otra palabra para describirlos. Deberían de haberse separado hace tiempo. Me parece que iban a hacerlo.

—¿Antes de que muriera tu hermana?

—Sí. Y ahora son un desastre total. —Dibuja una especie de figura encorvada, como un Quasimodo con dos cabezas, una joroba y unos pies agarrotados. Me pasa el boli—. ¿Y tu padre? ¿Os lleváis bien?

Mi padre no es material para una segunda cita.

—Antes sí, pero no es un buen hombre.

Dibujo el perfil de mi padre, el pelo espeso y blanco de punta, la nariz larga y recta con una punta diminuta, la boca muy abierta, gritándome para que me calle.



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